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La última lágrima




Al lugar donde van los últimos suspiros, lágrimas y buenos deseos para un ser querido; lo adornaba un sitio que fungía como una banda sonora que - sin importar si el muerto fue en vida un excelso samaritano o un reverendo hijo de las mil putas – amenizaba los sepelios todos los fines de semana.

Sí, esa que reprodujo canciones a todo volumen para despedir a los difuntos que iban a dormir el sueño de los justos. Desde las más  tradicionales que se mantienen vigentes como artesanías bien talladas hasta las modernas que gozan de una impecable producción pero carecen de alma artística; sonaban en los bafles negros de madera de aquel estadero que gozaba con la muerte.

Por estos primeros días de noviembre, recordé ese sitio. Me placía de estudiar en un colegio cercano al Cementerio Central de la ciudad. Lúgubre e histórico. Un camposanto de arquitectura gótica, paredes blancas, cruces magnas que parecían gárgolas y muchas puertas tan grandes como la imaginación de un conspirador.

Tenía un simpático nombre: 'La Última Lágrima'.

Estaba situado diagonal del cementerio. Tenía una terraza tropical: paredes coloridas con publicidad de una aclamada cerveza surgida en la ciudad muchos años atrás, mesas de madera, un horno artesanal hecho con ladrillos rojos donde asaban pollos y carnes, dos árboles de guayacán en cada extremo que brindaban una digna sombra y sillas de plástico que no resistían al impacto de la menor trifulca.

Al frente, había un balurdo paradero de buses donde me dirigí durante un lustro de mi vida. De las tantas anécdotas que ese lugar me regaló,  sin duda alguna, 'La Última Lágrima' me obsequió sus mejores capítulos.


Antes de entrar al campo santo, ocurrían las escenas más pintorescas que a esa edad vi, que luego normalicé como el crimen en los titulares de prensa.

Me recordaba a la libreta de los muertos en El Don de la Vida de Fernando Vallejo.

-       - ¿Y qué le dejó a usted la que dice que lo parió?
-       -  Su recuerdo envenenado
-   - No, no piense así. Muerto que anote en su libreta, se vuelve aséptico. Sin amores ni rencores, un simple muerto.

Al hueco y a la nada, vamos todos. ¿Por qué no acompañarlo con música si cualquier sonido lo escuchamos desde que somos infantes con el arrullo de los papás hasta cuando suena el último pitido del monitor holter que detecta nuestro decadente ritmo cardíaco?

Al principio, me parecía convulso y asqueroso ese acto de reproducir, dedicarle y cantarle a todo pulmón canciones a alguien, que tiene extinto los sentidos y está metido en un cajón de madera vinotinto. A alguien que no sabe porque vino a vivir la vida pero supo que hizo de ella cuando pestañeó por última vez.  

Pero, con el paso de tortuga de Cronos, comprendí que la muerte tiene esa belleza. De recordar al difunto cuando bailaba como trompo los pegadizos ritmos afroantillanos, tarareaba las baladas románticas con las que enamoraba, se satanizaba con el rock n’ roll y bebía a lo bohemio con los vallenatos de juglares del Magdalena Grande.

Hallé poesía en cantar con lágrimas de cocodrilos La Cuna Blanca de Ralphy Leavitt. Hallé hermosura en quienes tarareaban Sueños y Vivencias de Diomedes Díaz. Encontré gracia cuando estremecían el cajón cantando El día de mi suerte de Héctor Lavoe. Capturé cada escena donde los asistentes al sepelio le echaban el aguardiente al difunto como agua bendita mientras sonaba Nadie es Eterno de Darío Gómez.

También, entendí que acompañar y despedir a un ser “querido” se hace más por cargo de conciencia que por gratitud. Pesa más la conciencia del haber actuado mal frente a esa persona que un elefante viejo.

"No se puede vivir con tanto veneno
No se puede dedicar el alma
A acumular intentos
Pesa más la rabia que el cemento"

En 'La Última Lágrima' todo muerto tuvo su despedida. Todo sepelio tuvo su momento caricaturesco y doloroso. Toda viuda tuvo su redención. Todo familiar obtuvo su perdón y ofreció disculpas. Todo vecino chismoseó y comentó lo que fue el difunto. Todo entierro, tuvo las canciones acordes a su naturaleza.

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No sé si ese estadero aún exista. No sé si ocurrirán las mismas situaciones pintorescas. No sé si tendrán un repertorio musical más amplio a la hora de amenizar entierros. Pero lo que sí es cierto, es que seguirá abierto al público de mis recuerdos para siempre. 

Gracias a ese estadero, descubrí en mi pubertad y adolescencia, que mucha gente vale más muerta que viva. 

Que los entierros de la gente pobre tienen tanta comedia y nostalgia, que los pudientes quizás deseen o desprecien desde su olimpo financiero. 

Que en los sepelios, el delincuente y acabarropa goza del mismo aprecio que el idealista y filántropo. 

Que la muerte nos hace recibir las mismas dádivas miserables de cariño y amor de la gente. 

Sin importar, un sepelio será el ritual más solemne aun con la fingida alegría que lo arrope.

Porque a la larga todos los muertos son buenos… buenos, algunos.

Ely Besalel: el genio de las carátulas



ely besalel diseñador caratulas


El diseñador barranquillero se destacó como  uno de los grandes referentes en un cerrado círculo como el diseño de carátulas. Sus trabajos destacados fueron para figuras como La Lupe, Tito Puente, Celia Cruz, Eddie Palmieri, Pete Rodríguez, Richie Ray & Bobby Cruz y otros.

Ely Besalel, nació un 21 de junio de 1939 en el barrio El Prado de Barranquilla y fue criado en el seno de una familia judía con negocios de joyería.  A los 12 años, se marcharía a estudiar a Estados Unidos.

A temprana edad, le comenzaría a interesar el arte y su aprendizaje fue autodidacta, aunque tiempo después ingresaría a Community College de Brooklyn donde perfeccionó la técnica y concepto. Solía visitar museos y galerías de arte de forma constante. Sintió simpatía por artistas como el francés Henry Tolouse – Latrec y experimentó corrientes artísticas como el impresionismo y pop art. 



Tiempo después, comenzaría a trabajar en Lance Studios, aunque duró poco tiempo laborando allí. Así como lo señaló para una entrevista a Israel Sánchez en la revista Herencia Latina realizada Hollywood, Florida en 2005.  

En 1959, Besalel iniciaría su labor diseñando la carátula del álbum Bon Bon de Chocolate de Lou Pérez y su Charanga del sello discográfico Ajay.

A finales de los 60 e inicios de los años 70 se fortalecería su vínculo con los sonidos latinos que se sonaban en la tierra del Tío Sam.

Carátula de On The Bridge diseñada por Ely Besalel

A través de las disqueras Tico Records y Alegre Records, trabajó en los álbumes de figuras y grupos como Tito Puente (On The Bridge, 1969); La Lupe (La Reina y The Queen, 1969); Eddie Palmieri (Justicia,1969, Superimposition, 1970, Vamonos pa’l monte, 1971 y Unfinished Masterpiece, 1975); Joe Cuba (Busti’n Out, 1972); Ismael Rivera con sus Cachimbos (Esto fue lo que trajo el barco, 1972 y Vengo por la maceta, 1973) Cortijo y su combo (La Máquina del Tiempo, 1974) quienes comenzaban a escribir su historia en la salsa.

Carátula de Superimposition diseñada por Ely Besalel

Cada álbum contaba con propuestas estéticas interesantes que buscaban resaltar el espíritu juvenil de la época, el alegre verano en las vecindades latinas en Estados Unidos y las visiones futuristas sobre el mundo.

La Lupe

Ely – Palmieri: una llave conceptual


Besalel contó su metodología a la revista Herencia Latina citada por Stevenson (2017), explicando cómo la aplicó en Vamonos pa’l monte (1971), uno de los trabajos que realizó junto a Eddie Palmieri:

“Supongamos que una persona está verdaderamente dentro del monte. Entonces lo profundo y agreste de una selva lo hace sentir pequeño y reducido. La soledad, la desprotección y la inmensidad de los árboles que te rodean, te empujan a un estado de desamparo, de hostilidad. Todas estas aseveraciones las quise mostrar así, como lo hice, con una ilustración y una foto. Fue una forma representativa, no despampanante, más representativa.” (p. 133-134).


Sobre el artista Palmieri, Besalel  señalaba que es un artista muy filosófico y apasionado, al cual ayudó a romper esquemas  a través del diseño en una época donde los músicos latinos ganaban poco dinero en las producciones y éstas debían responder a una dinámica comercial más convencional para vender el producto. “Mientras a Frank Sinatra le producían 200 mil discos, a los nuestros les hacían 5 mil”, resaltó Besalel.  

Carátula de Unfinished diseñada por Eddie Palmieri

Por otro lado, relató cómo se hizo Unfinished Masterpiece (1975) “le tomé la fotografía en San Juan, Puerto Rico. Luego, en un estudio dividí la cara en cuadros de igual tamaño y ordene los cuadros para que quedaran como rompecabezas, pero dejé uno levantado. El mensaje es directo”.

Besalel explicó los líos que tuvo este trabajo que fue nominado para premio Grammy: “A Eddie no le gusta. Tuvo un conflicto con el productor”. Señaló que el artista quería seguir editando en el estudio porque aún no le convencía y el productor se lo negó. Tiempo después, Palmieri rompería vínculo con éste. (Stevenson, 2017).

Una icónica portada a Eddie Palmieri


Si bien la obra de Ely Besalel junto a Eddie Palmieri logró una enorme trascendencia, cabe destacar otros logros alcanzados por el desaparecido diseñador barranquillero con otros artistas similares como Pete Rodríguez y su orquesta La Magnífica durante la era del bogaloo, donde tendría notoriedad el álbum De Panamá a Nueva York: Rubén Blades con la orquesta de Pete Rodríguez (1970).

De Panamá a Nueva York: Rubén Blades con la Orquesta de Pete Rodríguez

Cuenta Besalel a Herencia Latina citada por Stevenson (2017): “Rubén Blades estaba recién llegado de Panamá y fue reclutado por Pete Rodríguez. El concepto artístico fue mío. Alquilamos un carro Boggie y fuimos al Central Park; coloqué a Rubén Blades, vestido como hippie, pidiendo ayuda para poder trasladarse a un sitio determinado, dentro del carro van los integrantes de la banda y se aprestan a ayudarlo. Todo está relacionado con el título y refleja la modalidad en que muchos jóvenes se transportaban de un sitio a otro mediante este tipo de ayuda” (p.135, 2017).

Carátula de Reconstrucción diseñada por Ely Besalel

Otros trabajos destacados del diseñador barranquillero en la salsa y latin jazz fueron con otros grandes como: Héctor Lavoe & Willie Colón, Richie Ray & Bobby Cruz, Ray Barreto, Joe Cuba, Celia Cruz, Jimmy Sabater, Tito Allen, Miguelito, Frankie Dante, King Nando, Fajardo, Chapotin y el Conjunto Casino, Pete Bonet, Gilberto Sextet, Vicentico Valdés, Electric Latin Soul Flash & The Dynamics y La Orquesta de Doris Valladares.


Un diseño con amplio espectro musical

No solo se limitó a las portadas de salsa, Ely Besalel también diseñó para carátulas de géneros como el rock psicodélico, soul, funk, jazz, electrónica y soca.

Carátula On Flame With Rock And Roll diseñada por Ely Besalel

Según el portal Discogs, diseñó las carátulas de figuras y grupos como The Beatles, Blue Öyster Cult, Mighty Sparrow, Jimmy Page, Stone Circus, James Taylor and The Original Flying Machine, Cathy Young, The Fuzz, Sam & Dave, Nucleus, Sum Pear y otros. 

Carátula de Live! at the Star-Club in Hamburg, Germany; 1962

Reconocimientos a Ely Besalel

Cuenta Besalel que sus familiares le contaron que cuando empezó a gatear fue para encender el radio y escuchar cumbias, porro, guaracha cubana y el mambo, ritmos populares en esa época. “Toda Barranquilla está infectada de música” resaltó para recordar su infancia en la Puerta de Oro.

Ely Besalel. Foto: Faceboook

En enero de 2007, Ely Besalel regresaría a su tierra natal, después de muchos años de ausencia para reencontrarse con familiares y dar entrevistas a los medios locales en el icónico Hotel El Prado.


En agosto de 2015, el curador Pablo E. Yglesias, quien publicó el libro Cocinando Fifty years of latin  album cover art, realizó una galería titulada Visual Clave Gallery en Estados Unidos, para exhibir las portadas de los álbumes más icónicos de la salsa e incluyó la obra de Ely Besalel y otros diseñadores importantes como Izzy Sanabria, Charlie Rosario, Yogui Rosario, Chico Álvarez, Jorge Vargas, Lee Marshall, Rod Levine, Ángelo Velásquez, Abel Navarro y Henry Fiol.

Murió el 27 de marzo de 2017 en Florida, Estados Unidos.




REFERENCIAS

Discogs. Ely Besalel. www.discogs.com


Sánchez, Israel. Entrevista a Ely Besalel. Revista Herencia Latina. 2005. http://www.herencialatina.com/Ely_Besalel/Ely_Besalel.htm

Stevenson, Adlai. Salsa y Control en Barranquilla. 2017. Editorial Libra Libros Proyectos. Portafolio Distrital de Estímulos. ISBN 978-958-591479-7.


Youtube. Visual Clave Gallery - Curated by Pablo E. Yglesias. Fania Records. 2015. www.youtube.com

En este barrio no hay árboles viejos




El sol se despidió presuroso y la luna se asomaba tímidamente cuando Pedro Juan Martínez Peñaranda, a sus 99 años, fue despedido por sus familiares y amigos más cercanos en el cementerio municipal, quienes cantando Yo Quiero Morir Cantando de Johnny Pacheco y Héctor Casanova -que sonaba a través de los parlantes de un picó rodante-, no lloraron sobre el féretro pero sí sus rostros dibujaban la tristeza por la partida del ser querido, a pocos meses de la llegada al siglo de su nacimiento.

A Pedro Juan, lo conocí como un abuelo bonachón con sus nietos curiosos, cascarrabia con sus hijos disfuncionales y bacán con los vecinos de su cuadra que lo conocían a él desde hace muchas décadas.

Veterano de la Guerra de Corea; pensionado del extinto puerto de la ciudad; fanático del cantante puertorriqueño Daniel Santos; piropeador con las mujeres de la vecindad aunque éstas ni siquiera el saludo le daban; y bebedor honoris causa cada sábado acompañado de una botella de ron de anís, la que compartía en su trasegar con amigos contemporáneos relatando anécdotas de todo tipo, desde picantes vivencias hasta fracasos personales.

Sus últimos días fueron dignos y tranquilos; los achaques de la edad hicieron lo suyo paulatinamente y le programaron una visita esperada con la muerte a quien recibió vestido de guayabera con reloj Quartz en su pulso derecho, sentado en una mecedora de mimbre bajo la sombra de un palo de guayaba tras almorzar su plato favorito: sopa de menudencia con arroz blanco, cilantro picado y limón mandarina.


Como él, son varios los abuelos que se mudaron al barrio del descanso eterno y abandonaron su residencia en la localidad de los mortales, donde vivo yo. Lugar donde la niñez germina, la juventud aflora  y los adultos afrontan la responsabilidad de forjar un mejor porvenir en medio de la incertidumbre.

En mi barrio, esos cigüeñales de antaño como Pedro Juan coparon lo más alto, dejaron caer sus frutos y brindaron sombras - virtuosas y erradas - cuando más se necesitaron. A la eternidad, se llevan muchos elementos: memoria, vivencias y sabiduría. Tres pilares para tener presente de dónde somos y para dónde vamos.  

A esta edad, he concluido que la vida y la muerte más que enemigas declaradas, son amigas íntimas que se pelean a las almas como un especulador financiero a sus potenciales clientes.


A modo de tristeza, respirando aires de melancolía y un tufo de nostalgia mezclada con resignación, puedo decir: en este barrio no hay árboles viejos.

Un tal Guillermo Buitrago

guillermo buitrago biografia

No solo la natilla, cena de Nochebuena, juguetes, vacaciones y reencuentros familiares significa el mes de diciembre para mí, también escuchar las contagiosas canciones del excelso músico cienaguero que hacen parte del paisaje por estos días. 

Colombia, país de fiestas, con regiones diversas y una idiosincrasia propia de un país rumbero pero paradójicamente muy violento. Y el doceavo mes de cada año es muy particular porque vuelven las tradiciones (algunas polémicas  y otras que se han transformado paulatinamente) convertidas en “rituales” para despedir la temporada de una manera grata.


Y entre las tantas costumbres decembrinas, sacan del cuarto de San Alejo a la música de un juglar provinciano como lo fue Guillermo Buitrago Henríquez (n.1920 – f. 1949), el ídolo de las fiestas de Navidad y Fin de Año en Colombia.  

¿Quién no ha cantado la Víspera de Año Nuevo con familiares y amigos? ¿Usted no ha gozado cada letra de Grito Vagabundo? ¿Es cierto que ha llorado porque Las Mujeres a Mi No Me Quieren? ¿Al fin su amigo le “prestó” a su compañera sentimental después de cantarle Dame tu Mujer José? Las canciones de Guillermo Buitrago son parte de nuestro ADN y seguirán trascendiendo generación a generación.

A continuación, se explicará por qué Buitrago fue más que un músico importante en la historia de la música de Colombia.

Inicios de la familia de Guillermo Buitrago


Nació el 1 de abril de 1920, en plena bonanza bananera. Sus padres fueron el comerciante antioqueño nacido en Marinilla, Roberto Buitrago Muñoz y la cienaguera Teresa Mercedes Henríquez.

Desde muy joven, Guillermo comenzó su afinidad por la guitarra en su natal Ciénaga, Magdalena. En su casa, los instrumentos musicales eran elementos vitales. Su bisabuelo materno era el navegante holandés Jacobo Henríquez de Pool, quien trajo un piano a  Colombia desde Curazao y lo tocaba con una exquisitez en la Iglesia San Juan Bautista que deleitaba a los cienagueros de la época.

Sus tíos maternos Camilo Henríquez de la Hoz  y Jacobo Henríquez Bermúdez fueron músicos reconocidos y su prima Digna Cabas Henríquez, descendiente de una esclava de Martinica, fue una bailadora de los ritmos afroantillanos. Sus mentores musicales fueron el profesor Pedro Juan Navarro, el compositor Andrés Paz Barros y la profesora cubana de música María Teddy.

Aunque la música fue su pasión, a Guillermo le tocó trabajar desde temprana edad para ayudar a las finanzas del hogar. Primero aprendió a fabricar fuegos pirotécnicos para venderlos en el mercado local. Sin embargo, pudo más el arte y decide emprender su sueño. Se presenta en un programa musical para aficionados juveniles dirigido por Ramón Ropaín en la emisora Ecos de Córdoba, donde aprendió composición, ritmo y vocal.


En 1940, recorrería varios pueblos del Caribe Colombiano en busca de ritmos autóctonos, parrandas y afianzar sus conocimientos musicales. Visitó Valledupar, El Copey, Villanueva, El Difícil, Plato y otros. Así lo asegura el investigador musical, Édgar Caballero.

En El Copey, conoció al acordeonero Ventura Díaz Ospino, autor de El Grito Vagabundo. Una canción donde el autor expresa su angustia y dolor por no poder volver a cantar debido a una lesión facial que lo alejó de las parrandas de provincias. Buitrago se conmovió por la letra y se compromete a grabar la canción.

En 1942, se iría a La Voz de Santa Marta para seguir vinculado al mundo de la radio. Conocería a Julio César Bovea, con quien formaría el primer dúo vallenato para cantar las canciones del compositor Rafael Escalona a lo largo del litoral del Caribe Colombiano.

En 1946, Buitrago y Bovea se separan por razones desconocidas. Cada uno formó su conjunto y serían rivales musicales. No obstante, la popularidad creciente del cienaguero no menguaría aunque si atravesaría duros obstáculos más adelante.

Primeros éxitos radiales de Guillermo Buitrago


Guillermo Buitrago Henríquez afrontaría en Barranquilla una prueba de fuego que marcaría su corta y fructífera carrera musical. El cienaguero llegaría a los estudios de Emisoras Unidas a entrevistarse con Alfonso Rosales Navarro, un connotado periodista y locutor quien fungía como director de la emisora en aquel entonces, con el fin de lograr tener un espacio radial. Éste no aceptó vincular al músico por razones desconocidas. Tiempo después, Rosales Navarro prefirió a Julio César Bovea, quien había estado en Radio Magdalena y años más tarde, se radicó en Argentina.

Si bien Buitrago, se dice, salió desanimado tras esa reunión, no desistió y se fue hasta los estudios de Emisora Atlántico donde había una orquesta llamada Emisora Atlántico Jazz Band con un espacio radial, la cual lo acogería a él con una sola condición: no encargarse de la parte económica ni conseguir patrocinios. Sólo se encargaría de manejar el espacio radial, cantar y producir jingles.

Buitrago fue vinculado como trabajador de planta conduciendo un programa con horario estelar (7:30 p.m. – 8:00 p.m.) cada lunes. Sin embargo, logró tal éxito que tuvo la necesidad de tener tres emisiones semanales lo que lo obligó a radicarse temporalmente en Barranquilla.


Al juglar cienaguero no le quedaba nada grande, era el repentista más famoso de la época según especialistas (por su espontánea forma de componer versos y paseos), compuso jingles a marcas como Ron Motilón y Cerveza Águila. Estos luego servirían de inspiración para escribir otro hit como Ron de Vinola. Julio Oñate Martínez, especialista en vallenato y radio, afirma que fue el precursor de estas piezas publicitarias en la radiodifusión colombiana.




En el año de 1947, sería uno de los cantantes invitados junto a Ángel Fontanilla, Efraín Torres y Carlos ‘El Mocho’ Rubio para cantar en la inauguración de Discos Fuentes en el barrio Bocagrande de Cartagena. Ese mismo año grabaría La Víspera de Año Nuevo, Las Mujeres a Mi No Me Quieren y Compae Heliodoro (en homenaje a Eliodoro Eguis Miranda). Se dice que estos éxitos musicales le dieron el combustible suficiente al sello disquero, propiedad del empresario y músico cartagenero Antonio Fuentes, para consolidarse a nivel nacional.

Por otro lado, el sello Odeón en Argentina reproduciría las canciones de Guillermo Buitrago y sus Muchachos, las cuales tuvieron una buena acogida en la tierra de San Martín. Osados empresarios de la época, pensaron en una gira musical con miras al sur del continente.


Después del asesinato del caudillo Jorge Eliécer Gaitán ocurrido el 9 de abril de 1948 que estremeció a toda Colombia, el programa radial en Emisora Atlántico se reprogramó a las 5 p.m. debido al toque de queda que se ordenó desde Bogotá. Esto le sirvió a Buitrago para componer el paseo El Toque de Queda.

Muerte y legado de Guillermo Buitrago


Quizás uno de los misterios más grandes que tuvo Colombia durante el siglo XX fue la muerte del primer ídolo musical. Su fallecimiento se dio justo cuando estaba en la cima de su carrera. Tanto, que iba a ser contratado para ser el cantante de una importante orquesta en el casino La Playa de Cuba.

El 19 de abril de 1949 a la edad de 29 años, sentado en un mecedor y encerrado en su cuarto, el ídolo que enloquecía a las multitudes por su simpático aspecto varonil, toque de guitarra y carisma acogedor, se despedía del mundo de una forma inesperada. Rumores fueron muchos (cirrosis, neumonía, envenenamiento y hasta suicidio), pero nunca se supo cuál fue la verdadera razón de su muerte. No obstante, en el acta de defunción se notificó que murió de tuberculosis.

También se rumoró que Luis Enrique Martínez había sido el autor intelectual del envenenamiento a Buitrago para “cobrarle” el supuesto robo de una canción llamada La Viruela que él denunció a través de unos versos amenazantes en la canción La Rana Blanca, aunque luego el juglar guajiro le dedicaría unos versos luctuosos tras conocer la muerte de su fugaz enemigo.

Lo cierto es que el músico cienaguero afrontó el éxito con mucho perrenque y excesos (llevó una vida parrandera acompañada de mujeres y trago), de tal forma que tenía poco tiempo para descansar; tal vez dicho estilo de vida le pasó factura sin darle una segunda oportunidad.

El Jilguero de la Sierra Nevada fue el primer músico provinciano que sonó a nivel nacional y sacó del anonimato a compositores como Rafael Escalona (autor de El Testamento), Emiliano Zuleta Baquero (autor de La Gota Fría), Tobías Enrique Pumarejo (autor de La Víspera de Año Nuevo), Eulalio Meléndez (autor de La Piña Madura) y Ventura Díaz Ospino (autor de El Grito Vagabundo); a quienes les grabó canciones emblemáticas bajo el sello de Discos Fuentes. Uno de los tantos méritos para darle el estatus de genio trascendental.

Plaza de Ciénaga, Magdalena. Foto: Radio Magdalena

En su natal Ciénaga, se guardan los restos del aclamado juglar en un mausoleo del cementerio municipal y se celebra el Festival Nacional de Música con Guitarra Guillermo Buitrago organizado por la Alcaldía municipal y otros entes. Larga vida a este evento que honra al músico más importante de la Sierra Nevada.

Diciembre sin la música Guillermo Buitrago Henríquez sonando en las emisoras de Colombia, no es diciembre. 70 años después, sus canciones siguen más vigentes que nunca.

Las nuevas generaciones debemos procurar salvaguardar las piezas musicales que hacen parte la memoria sonora de los pueblos del pasado siglo XX y permitir a las generaciones siguientes conocer más sobre el Trovador de la Sierra. No debe detenerse la tarea de melómanos, coleccionistas de discos de acetatos e investigadores musicales para seguir alimentando la biografía y discografía del ilustre músico.  


REFERENCIAS

Discos Fuentes. Guillermo Buitrago. https://discosfuentes.com.co/artists/guillermo-buitrago/


El Pilón. Buitrago, el percursor del vallenato. https://elpilon.com.co/buitrago-precursor-del-vallenato/

Pardo Rojas, Mauricio. Música y sociedad en Colombia: Traslaciones, legitimaciones e identificaciones. Editorial Universidad del Rosario. 2009.

Radio Nacional de Colombia. Guillermo Buitrago, la primera leyenda del vallenato. https://www.radionacional.co/noticia/musica-colombiana/guillermo-buitrago-la-primera-leyenda-del-vallenato

Ruiz Hernández, Álvaro. AL AIRE época de oro de la radio en Barranquilla. Editorial La Iguana Ciega. 2014



Adiós a las partes



Este portazo no maquilla un hasta luego, se va para no volver la que fue el acceso a mi morada , construida a principios del siglo pasado y que le permitió el ingreso a distinguidos invitados, desde vagabundos sedientos hasta generosos comerciantes de la provincia. 

Basta con prolongar la agonía de una hoja de madera teca olivo que resistió a la jauría de la humedad, a las lluvias voraces del trópico y al abandono de sus distintos herederos.
Ni el círculo cromático de Goethe podrá darle el brillo, luz, contraste y textura que tuvo durante sus años maravillosos.

Preocupa el futuro de sus partes y aún más, cuando en estos tiempos lo sintético absorbe a lo natural sin darnos cuenta.


Su picaporte dorado traído de Galicia que tenía el imán para atraer la prosperidad a un hogar y luego se oxidó, dejó de girar desde aquella vez que el último retoño abandonó el hogar.

La cerradura va a tener un descanso eterno en el cementerio de la chatarra; si tiene mejor suerte, seguirá viva en el rincón de la estantería de un herrero noctámbulo que busca iluminar su creatividad bajo la luz de la Luna.

Los largueros y el dintel que formaron un pórtico, y sirvieron como sitio seguro a las personas que se resguardaban cuando ocurrían temblores, seguirán fungiendo como protectores en otro lugar. Quizás reforzarán el techo de una vivienda en construcción a cargo de un albañil austero.


El reloj se detuvo para ella desde hace mucho tiempo y su inevitable destino sería el cuarto de San Alejo. Sin embargo, decidimos que era preferible verla separada de sus partes para que sufriera una transformación digna, y no una muerte a manos de esa plaga infernal llamada comején.

Hasta siempre, puerta.

Y la bola rodó

En su lecho de muerte y bajo una fuerte tempestad, mientras recibía los santos oleos de un sacerdote florentino quien tuvo la misión de despedirlo cristianamente del mundo, Julio César Aldana recordaría una vez más, las atrocidades cometidas por su ascendencia familiar en la península de Yucatán y tiempo después, de sus súbditos mayorales contra los indígenas en el Pulmón del Mundo durante la fiebre del caucho.

Descendiente de un taimado talabartero de Castilla quien llegaría a Las Indias junto a Hernán Cortés y luego copularía ferozmente a una mujer de origen inca; Aldana heredaría desde los rasgos caucásicos hasta la violencia en nombre Dios que le serviría durante la sangrienta conquista para usurpar la tierra y tesoros no propios. Muchos años después; el rastro de eugenesia y espíritu bribón, seguirían su curso como río que busca su desembocadura en el mar.


Una tarde, mientras se echaba una siesta forzosa bajo la sombra de un árbol de guamo, tras un arduo combate con tribus insurrectas que habitaban en inmediaciones al Río Putumayo quienes le dejarían el temor a una rebelión de escala mayor, el descendiente de José María de la Purísima Trinidad de Borbón y Aldana, comenzaría a delirar con fornidos hombres aztecas y mayas quienes jugaban pateando su cabeza moribunda en un paradisíaco rincón de Centroamérica durante una celebración en honor al Sol. Soñando así, un viaje al pasado que antes le habían contado a medias y ahora el subconsciente le recordaría.

Aldana, creía sentir los fuertes golpes de esos pies pardos con bordes libres largos de grotescas uñas y el contacto de rodillas callosas que parecían el endocarpio de un coco. Mientras su cabeza rodaba a millas por hora en el suelo fértil para el cultivo del tabaco y caña, que estaba manchado de sangre en honor a los vencedores; él vería a las otras cabezas moribundas de todos sus antepasados marcadas con franjas rojas, quienes siglos antes llegaron en el desembarco de los europeos y más tarde se establecerían como aliados del poder durante la etapa colonial acompañando a corruptos virreinatos, para luego combatir fallidamente a las escaramuzas independistas de comuneros a lo largo de la Patria Grande.


Piezas de pelota. Foto: Historia Universal

Después de un rato de ir de timbo al tambo, los fornidos hombres dejaron de patear su cabeza y se irían del sitio. Tan mala e inoportuna coincidencia, la testa de Aldana quedaría mirando fijamente y sin poder alguno de moverse, la pictografía que simbolizaba la maldición que cargarían los descendientes de aquellos que durante centurias se dedicaron a sembrar terror y saquear riquezas ajenas con destino a las arcas de los Reyes Católicos de Castilla y Aragón.

Aldana despertaría estrepitosamente  y tras esa dura pesadilla, el hampón explotador del caucho estaba sudando frío y balbuceando palabras en latín, luego de sumergirse en esa ciénaga mental sin pescar razón ni lógica alguna.  Después de este suceso, se pondría su perversa psique al revés y ningún demiurgo volvería a ordenar.


La truculenta aventura onírica, le dejó un cuerpo pálido mirando hacia un cielo que despedía el día y abrazaba la noche. Sus ojos de color esmeraldas paramunas; su rostro de pómulos muy marcados; y una despeinada cabellera rubia parecida a las crines de una potranca de paso fino, estaban quemados tras el inclemente sol que se posó sobre él aquella tarde. Más tarde, fue hallado por trabajadores leales de su hacienda, quienes se lo llevaron para quitarle la casaca color turquí, que estaba sucia por la maleza del lugar y encontrando: heridas provocadas por los dardos de flechas perfumadas con un veneno originario de la Amazonía, lo cual daría pie a una agonía infernal, que más tarde, lo postraría en un aposento hasta el fin de sus días. 

El ruido de las hojas blancas en el ocaso




Naces, creces, te reproduces y mueres; una obviedad biológica repetida a lo largo de la humanidad que a ratos parece una dictadura más social que natural. Infancia, juventud y vejez, las tres etapas en las que se desenvuelve el ser humano durante el suspiro de su existencia. Los sorbos de cada una dejan huellas que más tarde mutan a nostalgia. A medida que los años llegan, las virtudes sensatas y otros temores no se acercan como la tortuga de Esopo a la meta. Las tareas que eran cotidianas o frecuentes se hacen cada vez menos por diversos motivos y el cuerpo expresa lo que en los mozos tiempos calló. La vejez, es la última escena antes de bajar el telón e irse a las bambalinas del descanso eterno.

No obstante, vale la pena interrogarse: ¿Qué es la vejez? ¿Por qué se teme? ¿Por qué otros quieren llegar a ella? ¿Cuándo usted cree que se sentirá viejo?

Las miradas a la vejez

El arte como vehículo de la representación humana a través de los sentidos nos explica de múltiples formas cómo es la vejez y sus polivalentes situaciones acompañadas de pros y contras.

Para el sociólogo argentino José Ingenieros, en su ensayo El Hombre Mediocre, la vejez es: “cuando el cuerpo se niega a servir todas nuestras intenciones y deseos, o cuando éstos son medidos en previsión de fracasos posibles, podemos afirmar que ha comenzado la vejez”. Asimismo, asegura que las canas son un mensaje triste de la naturaleza que nos advierte la proximidad del crepúsculo.

Por otro lado, en la ficción, el escritor colombiano Fernando Vallejo en su obra literaria El Don de la Vida afirma que las necesidades de los viejos tienen imperativos categóricos de Immanuel Kant y por antonomasia, ellos deben ser considerados un tesoro; aunque también asegura que “la finalidad de la vida es un experimento fallido en la materia”.

En la música, canciones como El Viejo de la banda argentina Pappo’s Blues expresan una cruda pero reconfortante verdad sobre llegar a la vejez y sus implicaciones físicas desde esa mirada íntima que lucha contra Cronos bajo la frase: “trataré de hacer las cosas a su tiempo o sino no le daré importancia al cuerpo”.

Mr. Quincy Magoo.


En el cine, el dibujo animado Mr. Quincy Magoo nos cuenta cómo una exagerada miopía arropada por una inmensa fortuna equivalente a su malhumor disfrazado con una retahíla de chascarrillos, puede ser un bálsamo de alegría al momento de llegar a la antítesis de la aurora existencial.


En la pintura, la obra American Gothic Farmer de Grant Wood retrata a dos viejos granjeros durante la Gran Depresión del Siglo XX.  Allí, Wood se burla de los convencionalismos restrictivos a la vida de los habitantes rurales en el estado de Iowa (EE.UU) y decide usar a dos hermanos no modelos para representarlos a través de una pareja de ancianos con miradas perdidas que desnudan su infelicidad.  

Modelos para la pintura American Gothic Farmer de Grant Wood
¿Por qué viejos y no jóvenes? Pues éstos dos plantean, según la revista Legomenon, “una mirada a las expresiones lúgubres y sin sentido del humor en los rostros de las modelos, sugiere sus verdaderos sentimientos sobre sus vidas y su entorno”. Ser viejo es ver de una forma disminuida al sofoco cotidiano pero mirar con realidad aumentada a la soledad.

En ese sentido, vale también cuestionarse: ¿usted cómo ha afrontado la vejez?; y en caso que sea un joven como yo, preguntarse: ¿cómo me estoy proyectando para llegar a esa inevitable etapa?

Soy viejo, luego ¿existo?

Ingenieros afirmaba que en la vejez se genera la bancarrota del ingenio y el adulto mayor se inferioriza, es decir, vuelve poco a poco a su mentalidad infantil, conservando las adquisiciones más antiguas de su personalidad. Por tal razón, es menester como individuo no mirar como un mueble antiguo o adorno en desuso a un adulto mayor que pertenezca al seno familiar o vecindario, aunque es respetable si se toma una decisión adversa a la sugerida.

Foto: vidaysaludeneladultomayor.blogspot.com
¿Cuándo fue la última vez que conversó con alguien mayor? ¿Se ha interesado por escuchar los relatos de su longeva vida? ¿Ha recopilado en su memoria los hitos que esa persona repite una y otra vez creyendo que su interlocutor nunca los ha escuchado? Sí ha hecho esas cosas, le ha dado el valor que se merece a una persona que abandonó el afán de la rutina y ahora, aparentemente, descansa.

En los viejos se encuentran datos que no se plasman en las enciclopedias; en los viejos se encuentra el placer de escuchar música de vieja data acompañada de anécdotas con chasquidos de vinilo; en los viejos se encuentra la serenidad y sabiduría que una juventud obnubilada no halla pero que soberbiamente desecha; en los viejos se encuentra el relato de los amores antiguos que hoy se podrían considerar una mera utopía; en los viejos se encuentra el reflejo de lo que queremos y no queremos ser cuando lleguemos a la escena del reposo mientras esperamos la inevitable visita de la ultimadora que nos mandará al barrio de los acostados.


Actualmente, tengo cuatro adultos mayores en mi morada y frecuentemente les hago ejercicios de memoria pidiéndole recordar eventos trascendentales del mundo y cómo lo vivieron, desde El Bogotazo hasta nuestros días. Soy alguien afortunado por despertarme y despedir el día escuchando goces sabias y recorridas. Recuerden que las lagrimas solo pueden mojar el cajón y no pueden recuperar el tiempo perdido. Hagan el ejercicio con ellos y miren los resultados, no se arrepentirán. 

La vejez, cuanto vales.





REFERENCIAS

Ingenieros, José. El Hombre Mediocre. Argentina

Vallejo, Fernando. El Don de la Vida. Colombia

Significado gótico americano: Grant Wood Painting Interpretación y análisis
http://legomenon.com/american-gothic-meaning-grant-wood-painting.html