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El origen del mototaxismo en Barranquilla

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Sor Magaly: la monja rojiblanca

Un breve repaso sobre cómo surgió su pasión por la escuadra rojiblanca que despierta odios desbocados y amores desdichados

¿Y si el Indio Solari hubiese jugado fútbol?



Carlos Solari, vocalista de una de las bandas más influyentes del rock argentino es hincha del fútbol, mueve su pasión por el Xeneize y nos hace surgir el interrogante ¿y si hubiese jugado futbolista? Acá, te lo contamos a manera de ficción.

El mundo es redondo. La bola es redonda. Solari en la música, hace ver en el fútbol a Los Redondos. Un Patricio Rey que mira desde la televisión como en el fútbol, actos de corrupción y violencia; marchitan y pudren los sueños de los jóvenes humildes, o como lo fue Solari en su momento, El pibe de los astilleros.

Solari, un xeneize de puño y alma. Mediocampista zurdo y leñador. Conocido según la prensa como la bestia pop. El Indio piensa, que dicho apodo es una etiqueta negra. Un jugador enigmático que lleva la casaca puesta con el número 6. Surgido de la cantera boquense, inspirado en el río y la furia de La Bombonera,su casa.

La Bombonera. Estadio de Boca Juniors

Su debut fue en las canchas de barrio, al lado de su amigo y compañero de creación, Skay Bellinson. Mientras él fue fichado por la escuadra xeneize, Bellinson se fue para Gimnasia y Esgrima de La Plata. 

Cada domingo, el Indio Solari se vuelve crack por antonomasia. Es un ángel para tu soledad y de muchos chicos que sueñan ser igual que él. Sin embargo, tanta adoración y venia, le causa estupor.

-          Yo no me caí del cielo – le dice a los chicos canteranos que lo miran en complicidad, durante una charla suscitada.

 En algún momento y punto en el tiempo, Solari se junta con toda la camada xeneize. Dicho hecho, fue en el nuevo milenio de la humanidad. Año 2000, aquel Boca Juniors de Bianchi, mágico y legendario, que logró colgar a Suramérica en lo alto del balompié mundial. La bandola conformada por Córdoba, Basualdo, Serna, Ibarra, Bermúdez, Arruabarena, Battaglia, Riquelme y Palermo. Una Columna vertebral que enfrentaría al clásico rival, River Plate.

No lo soñé, entre risas Jijiji antes de saltar a la cancha para jugar con el eterno oponente de la banda cruzada. Riquelme, su gran cómplice, le baja los nervios con palabras cortas y concisas. “Un clásico, es un clásico”. Eso sí, le despejo esas arandelas cautelosas a Solari.
En la tribuna está Susanita, su groupie. Su hincha fiel, le aguarda y lo alienta, diciéndole que hoy él y su bandola de magos, puede ser vencedores vencidos sino dejan su alma en la cancha. La 12 alienta y los 22 saltan. El día esperado, llegó. No fue un perro dinamita, que aparece intempestivamente.

Un partido que fue todo un palo; en la cancha, Spinetta y Charly García, le robarían su protagonismo. Sin embargo, ninguno de los dos, lo opacaron. El Indio, tiene un poco de amor francés con sus rivales contrarios. A los demás, los miraba como aquella solitaria vaca cubana, perdidos en el pasto de la cancha de La Boca.

Portada El Gráfico. Superclásico River Plata - Boca Juniors

3x3. Vibrante y épico, que se suma a la historia de superclásicos en duelos oficiales. Un brillante partido para un jugador que sostiene su premisa, el lujo es vulgaridad. Curiosamente, no anotó gol.

Solari y Boca, son como La Hija del Telégrafo, una relación en que se dice cualquier cosa. La distancia con Macri – presidente en aquel entonces – pero la cercanía con la hinchada, lo hacen ángel y demonio.  Evade la prensa, pero cuando le toca responder, prefiere ser conciso y enunciar una frase:

-         El infierno está encantador


 Solari, nacido en la tierra de Entre Ríos, es el ídolo. Se despide de la multitud y vive, cada entrenamiento y cada partido. En sus tiempos libres, lee prensa, donde ve en los titulares que todo preso es político y la sociedad vive Mariposa Pontiac.

Carlos 'Indio' Solari. Foto: argnoticias

Todo un personaje. Solari, no sólo es un jugador, también busca un ángel para tu soledad para que busque tus juguetes perdidos.

¡Crack! 

¿Y si Camus hubiese sido futbolista?


Albert Camus, uno de los más grandes intelectuales del pasado siglo XX, no ocultó jamás su pasión por el deporte rey, que ha generado odios para sus similares y amores para el vulgo. El existencialista tuvo al fútbol como una de sus grandes pasiones, pero sus cuestionamientos sobre la vida y los problemas filosóficos del hombre, lo alejaron de la portería para colocarlo frente al papel y la pluma.

Ejemplar El Extranjero

Basta con leer sobre la vida y obra de este gran escritor, ensayista, filósofo y periodista de origen argelino. El hombre que bautizó al periodismo como “el oficio más bello del mundo, aparte de ser un genio en las letras, gracias a sus libros publicados – El extranjero – también fue un gran aficionado al fútbol.

Tanto lo fue, que durante su juventud estuvo a punto de ser arquero profesional, pero una tuberculosis frenó el motor de su andanza con la esférica. Pues al fin y al cabo, como sentenció en uno de sus famosos escritos “aprendí que la pelota nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga,  eso me ayudó mucho en la vida, sobre todo en las grandes ciudades, donde la gente no suele ser siempre lo que se dice derecha”, sostenía Camus.



El ganador del Premio Nobel de Literatura en 1957, desde las letras tuvo la oportunidad de volver a escribir sus remembranzas y epopeyas que le originaron tener un sentimiento desbordado por la esférica, gracias a su escrito “lo que le debo al fútbol” publicado en la revista cultural argentina La Maga, durante 1966. Hincha de Racing de Avellaneda, gracias a que esta escuadra y sus colores le hacía recordar susañoranzas universitarias e inicios bajo los tres palos. Vaticinaba sobre la Academia “juega científicamente, pierde partidos que debería ganar”.

Foto tomada de Toutelaculture.com
Y tan académico fue, que durante su etapa universitaria cuando debutaba como portero del onceno oficial en la Universidad de Argel (Argelia), encontró un peldaño de su existencia mediante este deporte. Cuando Camus afirmaba “el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”, lo hacía para diferir de intelectuales quienes hacen críticas constantes a lo que representa el deporte, por servir de arma manipuladora de los gobiernos y opio como la religión para el vulgo. Una antítesis a Borges cuando sentenció en las instalaciones de una famosa biblioteca bonaerense: “el fútbol es universal, porque la estupidez es universal”.


Camus tenía altos reflejos con ojos sumamente críticos sobre la sociedad de los tres palos (salud, dinero y amor), un achique a la existencia humana y bien posicionado en la 50/50 al indagar sobre aspectos que la sociedad del consumo. Tenía habilidades para un gran arquero; habría hecho una gran labor para el mundo del fútbol, gracias a estas habilidades técnicas abordadas desde la metáfora. Un jugador de clase y entretenido, que habría sembrado en este bello deporte, más gladiadores de la psiquis, que objetos cosificados al consumo y moralistas mercantilizados, que cada día tiene a jugadores con “código de barras” en el césped. Si Camus estuviese vivo, tendría profundas discrepancias con el fútbol moderno ante el absurdismo de sus dimensiones deportivas y financieras.



No nació para la derrota ni tampoco para la victoria pero sí para buscar alegoría y la belleza que escondían ambas caras de la moneda: “después de todo, era por eso que quería tanto a mi equipo, no solo por la alegría de la victoria cuando estaba combinada con la fatiga que sigue al esfuerzo, sino también por el estúpido deseo de llorar en las noches luego de cada derrota”.

Calle Albert Camus en La Coruña (España)

Camus, el autor de La Peste, fue el existencialista del fútbol que nunca germinó en el gramado de una cancha pero quedó inmortalizado en las letras universales que perduran aún en nuestro presente. Grosso modo, El Extranjero que no fue profeta en la tierra de su pasión.


“No hay lugar en el mundo en que un hombre pueda sentirse más contento que en un estadio de fútbol

El origen del mototaxismo en Barranquilla

mototaxismo en barranquilla


Historia del mototaxismo en Barranquilla


El reconocido periodista y abogado sucreño Camilo Monroy Romero (q.e.p.d) en su libro Reportaje a Barranquilla (2010) recopiló una historia sobre la posible génesis del mototaxismo en la capital del Atlántico. Este relato lo tomó de la sección Cartas de Lectores en el periódico local El Heraldo.

Ante una constante economía informal y paralela en Colombia, el mototaxismo surgió como un medio ilegal pero legítimo para solventar la carencia de transporte y acceso a zonas difíciles en las ciudades principales de la Costa Colombiana. También para abaratar costos del ciudadano a la hora de movilizarse de un punto a otro.


Portada


En este libro, Monroy sostiene que: “una joven universitaria de nombre Jazmín, que iba a retrasada para asistir a clases, participó en Barranquilla, sin sospecharlo, en la ‘creación e inauguración’ del hoy vilipendiado y, aun así, popularizado sistema de transporte conocido en todo el país con el nombre combinado de ‘mototaxismo’, porque el conductor de una motocicleta cobra una modesta suma por trasladar de un sitio a otro al ciudadano pobre, a la manera de un taxi barato…” (2010, p.72).

Contraportada con reseña del autor

Cabe destacar el sector donde surgió esta nueva forma de transporte, Monroy asegura que: “dice un vecino del populoso barrio El Valle de Barranquilla, Robinson Ferreira, que él es testigo de excepción de este ‘nacimiento’, junto a con unos inmancables concurrentes a la esquina del conocido Mi Kioskito parrandeadero del Carnaval de la carrera 21 con calle 68, inmortalizado por varios aires musicales de afamados compositores” (2010, p.72).

El Valle es uno de los barrios más tradicionales en la localidad Suroccidente de Barranquilla. Reconocido epicentro de la población afrodescendiente en la ciudad y donde se encontraba ubicado el desaparecido sitio de rumba Mi Kioskito, hoy convertido en una estación de gasolina.

Lugar de Mi Kioskito, hoy estación de gasolina. Google Maps

No obstante, décadas atrás no tenía buen servicio de transporte ante deficiente infraestructura vial. Por eso, Monroy también afirma: “transcurría el año 1990, dice el precitado ‘testigo de excepción’ y en esa esquina estaba apostado, una mañana de la citada anualidad, al lado de su destartalada motocicleta, un vecino de por allí de nombre Alfonso Guzmán, quien al ver la prisa de la joven Jazmín por llegar a la universidad y ante la ausencia de buses por el momento le ofreció ‘hacerle la carrera’ y la alentó diciéndole: “Me pagas menos de lo que le pagarías a un taxi y te llevo más rápido” y al aceptar la muchacha , quedó fundado en la práctica el ‘mototaxismo’…” (2010, p.72).

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Teniendo en cuenta lo anterior, esta sería la primera piedra para construir un polémico y discutido sistema de transporte que a lo largo de la última década ha sido motivo de debates en la esfera pública. Asegura el periodista sucreño que la práctica se volvió cotidiana. “… porque de ahí en adelante Alfonso Guzmán, conocido también con el alias de ‘El Chacal’, estableció en la esquina de Mi Kioskito, su punto de referencia o ‘Estación’, a donde al ver el éxito alcanzado, se le agregaron otros motociclistas y el modelo fue replicándose por toda la ciudad y luego por todo el país”. (Monroy, 2010).


Consecuente a lo anterior, se deduce que el mototaxismo como forma de transporte en Barranquilla, lleva dos décadas generando controversias, proliferación irregular del uso de la motocicleta y medidas de choque que no han solucionado otras problemáticas como la movilidad, inseguridad y empleo en una urbe donde el popular "rebusque" hace parte de la economía informal que registra cifras escandalosas según DANE.  

Reportaje a Barranquilla
Autor: Camilo Monroy Romero (q.e.p.d)
Registro ISBN: 978-958-44-7872-6

Cortos memorandos

Cuando la ciudad duerme (1993) 
Claudio de Lorena



Teme a la luz quién brilla en la oscuridad y ejerce poder sobre los cuerpos desde lo clandestino. Teme a la luz, quién no hace apología a sus sueños y se exilia en el fracaso. Teme a la luz quién se aproxima a lo que odia y aleja cobardemente a lo que ama. 


  Y un 18 de abril... (2013) 
Enamorados. Ismael Nery



 Ahora, si bien lo nuestro fue una milésima en el tiempo, lo cierto es que fueron las milésimas que pasaron a ser horas y días enteros, haciendo un lustro cada beso, y un siglo lo fuese cada encuentro furtivo, de esos que son anónimos sin héroes ni heroínas.


Diálogos (2009) 


 A nosotros, no nos abrazó la muerte, sólo estrechamos la mano con la soledad y bautizamos a la misma, con las aguas impuras de la lujuria. 


  Versión Libre (2015) 
Mike Davis



 Antes que la taza de café se enfrié, mi firme deseo, es que tu mirada revele lo que tu sueño dibuja y el beso duré mientras pueda. Porque he deseado tocar tu mejilla sin palpar, vivir en paralelos no existentes, para nadar en un lago del cielo donde nuestros cuerpos están cubiertos bajo una manta astral y teniendo un orgasmo no adulterado. 

 Si en vez de tener este embeleco de amorío, mejor usted y yo nos vamos a ver las luces de la ciudad a una ladera de la misma y de pasó, te beso con mis labios con sabor a vino y manos impolutas, para que me recuerdes a ese poema que no leí y esa canción que nunca canté. 

 Aunque Monserrat vería la luz, las sombras de los cuerpos que la engendrarían como esencia humana, no siguieron suscitando diálogos y se dijeron adiós tácitamente, como si un muro de espinas se plantará silenciosamente en el medio de ambas. 

Grosso modo, tardarán varios siglos dentro de un milenio para citar sus rostros en la casualidad del universo. Ellos dos al verse, parecían dos versos unísonos y la pasión menguaba de pies a cabeza. Luego, al irse cada quién por su lado, la primavera se volvió invierno y el reloj se detuvo; volviendo a las fotografías y antologías de besos, en un periódico de ayer. 

 No viví el presente, porque anduve en un sueño donde la ficción, era lo real. Y cuando hablo de lo real, me refiero a usted, con su silueta de Kahlo, sexappeal de Monroe y templanza de Penélope. 

Tocado por este suceso, evadí el eclipse que se aproximaba para no cegar mi mirada y me estacioné en la Luna, para seguir soñando que dormía en el regazo de esa ficción que para mí, es usted. Sí, a usted, la invito a que vivamos un sueño, extendamos el gozo de la vida, dejemos caer el sol para seguir soñando y montarnos en la Luna para vivir despiertos. 

Sí, a usted, a esa misma que ciegamente escucho y sordamente veo, en las sombras que se heredan con la soledad y se ven con la penumbra, al pasar el tiempo. 

Sí, a usted... antes que acabe la madrugada, quiero que ates mi cabos sueltos y exorcices cada demonio que deambula sobre nuestras sombras ermitañas, amantes a la bohemia y a las luces de la ciudad. Porque cuando la aurora llegue, solo habrá una antología de caricias que serán piezas de museo postradas en nuestra piel juvenil. 


Diatriba del joven a los amores eternos (2012)

René Magritte
...Aquella noche de enero, solo la Luna fue testigo de lo que ningún diario publicó y ningún criminal confesó. Los últimos sudores y deseos carnales que suscitaron aquellos jóvenes amantes, fue el suceso desconocido. La chispa se disipaba con el transcurrir de la madrugada y el sexo solo fue carne. Aun así, a la mañana siguiente, el café y un beso en la parada del bus, fue la última palabra que escribieron en el guion tachado y con hojas maltratadas. 

Cuando tiempo atrás, lo escribieron en la elipsis de la inmadurez y rebeldía. De aquella escritura, le faltó aparecer a Monserrat. La niña soñada. 


Éxtasis (2000) 
René Magritte



 Y fueron sus cejas, la ruta que usaron mis manos como tranvía para la devoción de querer transitar desde sus lacios cabellos y hacer parada en la estación de aquellos labios de plata inolvidables, que me harían herrero empírico de ellos y viajero no tripulado de tu paisaje femenino. Porque yo, antes de hacer una vida, de escribir un nuevo capítulo sobre rayadas páginas, prefería mejor seguir tus pasos. 


Elementos (2015) 


Vi tu mirada anárquica perdida en el horizonte, escuché en el ruido de tu ojos al parpadear, una agria melodía que suena en el alma cuando recuerda lo que ya es ceniza y convierte en añoranza el momento vivido, así como en utopía lo que no se vivió. 

Tus labios cerrados tímidamente, las palabras cortas como la vida misma y una sonrisa ahogada en un mar de dudas, delataron tu ensombrecido espíritu que está siendo prófugo de sí mismo y vive un averno incesante sin salida pronta. Vi que eres miel, vi que eres sol, vi que eres luz, pero tus demonios del amor, han roto el pacto que junto a los ángeles alguna vez pactó. 


La Llegada (2014) 
Marc Chagall


 Vengo de ese lugar donde las estrellas no se funden con la oscuridad del cosmos, ni la luna se esconde al llegar el amanecer. Vengo de ese lugar que susurra a tus oídos palabras inequívocas y versos endemoniados, donde hacen sinfonía tus labios con el paladar de los míos. Vengo de ese lugar, donde los X no penetran y las diáfanas sonrisas no pierden su brillo... Vengo de ese sitio que tiene lugar ubicación específica pero irónicamente no tiene boleto para regresar.

El escape verde



Tras un torrencial aguacero en aquel pueblo de las entrañas profundas del Urabá, donde las nubes eran hielos colgantes derritiéndose cayendo a gotas párvulas sobre el suelo fértil apto para el cultivo abundante de plátanos, tabaco, yuca, ñame u otros; llegó el día menos esperado para todos y todas.

Asediado por grupos insurgentes, cuentan los que saben porque yo no, que saliendo el sol y ocultándose la luna; hombres fuertemente alzados en armas llegaron y desplazaron, a sus habitantes que tenían al campo como oxígeno para vivir. Nadie fue ajeno a esta situación que venía sucediendo en otras partes y dejándose bajo tapete. Ni siquiera seres de 4 patas con crías amamantando febrilmente. Las amenazas con fusil y lista en mano, fueron la carta de presentación de los insurgentes. Solo una estatua de la Virgen María que estaba por la cancha del pueblo, se quedó in situ. Era el inicio de la década de los noventa, una nación con vaivenes morales, podrida por la corrupción estatal, narcotráfico e inyectada por sevicia digna de Caín. Era tierra  donde habitaba el olvido y la amnesia como virus colectivo.

En ese preciso día, a esa hora, minutos y segundos, la familia Mina se va de la tierra heredada por sus antepasados. Dedicados a las vacas, la venta de suero costeño, la cría de gallinas, el banano y cosecha de tabaco; sintieron que si no se iban, sus campesinos cadáveres serían un adorno más de la cruel guerra. Con 16 integrantes, cuatro mudas de ropas que se llevaron en bolsas cada uno, tres perros, dos gatos y un loro; marcharían a un centro urbano en busca de refugio en las periferias porque hombres que no comprendían sentido de vivir en paz con el prójimo, así lo quisieron.

Los primeros 12 se fueron minutos antes y perdieron contacto con los 4 restantes que faltaban, por marcharse. Iban en camino, por la trocha montados en las tradicionales camionetas jeep. Entre esos restantes, había un niño lánguido pero muy pilo que llevaba pocas cosas en el equipaje imprevisto; el infante llevaba puesta la camiseta de  Atlético Nacional, el "equipo de la tierrita" y escuadra a la que le faltaba pocos días para disputar el título del rentado local.


René Higuita
El niño que tenía a René Higuita como ídolo y deseaba cuando grande ser como él; no entendía porque tenía que dejar de ver a sus amigos de barrio y colegio, sólo para cumplir "caprichos" y "órdenes" de unos señores que vestían como el ejército pero no protegían a la gente como lo hacían ellos. Le alegraba que si se iba para la capital podía seguir al club de sus amores más cerca, y más aún si se mudaban cerca al Atanasio. La inocencia de un hincha menor del fútbol. En su mano llevaba el afiche que tenía como imagen a ‘El Loco’ haciendo el escorpión, el cual pensaría colocar en el cuarto que aún no tenía la certeza si tendría.

En plena trocha, los restantes de la familia Mina fueron detenidos por un retén de esos mismos hombres insurgentes, que los echaron de su pueblo. Ahora, no solo los terminarían de amenazar, también querían cazar a alguno que ellos considerarán, no “útil” para la sociedad o enemigo de la causa. A continuación, no se extrañen de lo que sucede a partir de las siguientes líneas que usted, en este preciso tiempo, lugar, y dirección del viento, va a leer.

Los 4 restantes se bajaron de la camioneta donde se movilizaban. Cedieron a mostrar sus identificaciones y el niño, en su lugar, mostró la tarjeta de identidad por ser menor de edad. Uno de los hombres al leer el documento, le comentó a su cabecilla, la particularidad que presentaba el niño. El comentario careció de palabras pero las miradas cruzadas entre ellos, hablaban por sí solas.

En un abrir y cerrar de ojos, tras leer e interrogar sobre las identidades de los 4 individuos que estaban a punto de irse a la gran ciudad, donde no tenían ni remota idea del transporte público, el ruido, el costo de la vida y la inseguridad recalcitrante; vendrían tres tiros de gracia a sus espaldas, donde cada uno le tocó una parte de los tres. Se silenciaron sus vidas y sonó la muerte de forma consonante.


Pintura. Violencia. Autor: Fernando Botero


En un baño de sangre se convirtió la trocha donde fueron ajusticiados y pretendían salir previamente. El niño, no vio nada. El hombre del jeep, que lo conducía, si lo sintió y se bajó. Los hombres armados le conversaron y el cabecilla mayor, le dijo al chofer:

- Como ve, los tres se quedarán acá, al parcerito lléveselo. Su papá seguramente lo quiere ver cuando salte a la cancha con estadio lleno. Es una fecha importante – resaltó.

El conductor asintió y el niño, sabía que no volvería a ver a los tres. Pero si vería al ‘verde’ y a su vez, al papá que no conocía, porque su mamá nunca le habló pero mucha gente le hablaría de su progenitor tiempo después. Lo que le quitó lo agrio y volvería dulce su momento convulsionado de infancia.

Atlético Nacional de Medellín quedó campeón ese año. Y su papá, fue gran estelar de aquella consagración, pero no sabía que un hijo suyo había sido desplazado por la violencia en ese mismo tiempo. Tampoco sabía que jugaba con el ídolo de su nene (Higuita) y mucho menos que su hijo estaba escuchando por radio el partido, donde mencionaban su nombre y hazañas dominicales que le dieron el título al club, al cual su hijo seguía fervorosamente desde la lejana región donde huyó para arribar a la capital en pocas horas.


Cualquier parecido con la realidad sólo hace entender que fue un punto en la cronología de nuestra historia



Publicado originalmente en el extinto sitio web Visión Periférica

A Dos Décadas de Ella: (Parte II)


Un universo de sensaciones me invadió cuando el calendario tachó el día que tanto se esperaba. En cierta ocasión me dijeron que una mujer “veterana” es un ser telúrico de emociones ó como un tallo de lo que fue una flor resistida a la sequía. Bueno, al menos eso se lo escuché a un consejero popular de esos que conducen carros amarillos de servicio público y tienen oídos para los mortales penitentes que se postran a la vista de su retrovisor.

Nos encontramos en un parque abierto para todos, a donde paradójicamente, acuden pocos. Día soleado de enero en el trópico del Caribe donde los ventarrones, las calles vacías, colillas de cigarrillos, olor a hierba alucinante de Mary Jane, gafas oscuras protegiendo la  contemplación de solitarios y manteles de picnic grupal, adornaban el sitio.

Mis manos estaban con sudoración a chorros, labios temblorosos a escalas inexactas de  Richter y bombeo arterial a la velocidad de la luz; lo que hacía presumir que algo pasaría en un abrir y cerrar de ojos. Para calmar la ansiedad de la situación que se daría dentro de poco, decidí por comerme una menta. Por un momento, sentí que se dilataron mis átomos haciendo una mala jugada genética, a tal punto que la frescura invadió hasta el ínfimo de los huesos.

Perdía la vista en el horizonte del paisaje frondoso y verdolaga del sitio. Me preguntaba si los ojos de ella eran tan transparentes como el cristal ó si su voz sonaría igual a la que escuché por vía telefónica. Había cierta incertidumbre en saber sí le correspondía a su gusto femenino ó si yo resultaría siendo un fiasco debido a mi corta veintena de primaveras cumplidas.  

De repente, he divisado a una mujer que se acerca a ritmo de femme fatale con pasos más finos que una meretriz. Su cabello castaño suelto, el color de la blusa rojo carmesí, pantalón corto más blanco que un nardo y labial perfectamente delineados como si hubiesen sido tallados en vidrio; me revelaron que ella era la fémina que sin tocarme ya había sacudido una parte de mí  y ahora con su presencia, vendría por la otra mitad.
-Hola, buenas tardes - Sonó al unísono y por antonomasia se desbordó una sonrisa leve que destapaban nuestros dientes blancos homologando al color de unas perlas halladas en el trópico. Beso en la mejilla y miradas cruzadas empezarían a cocinar a fuego lento, los hechos más eróticos que se cobijaron en un catre de dos almas perdidas en una ciudad de brazos abiertos postrada a la esquina del Caribe.

Caminamos con destino a un sitio mejor y por eso nos dirigíamos hacia un par de calles arriba sentido norte. En ese corto trayecto sentí que hablaba con una dama que le ladra a la vejez para defenderse de Cronos y sigue abrazando a la juventud como método de supervivencia. Ahora podía ver que sus ojos en realidad eran como el café y no cristalinos como el agua de un arrecife; sus manos tan cálidas como el tizón del carbón con mirada cómplice a la locura del deseo y una voz de miel que podía inundar a una colmena de abejas.

Al llegar al resguardo donde los amantes entran esfumándose al azar de los callejones de arbustos e ingresan por puertas estrechas en el diámetro arquitectónico, el joven ávido aprendiz deEros y la gentil madura de mil batallas, irían a buscar refugio a un bar poco iluminado y con aire acondicionado con heladas ventilas, arroparían la velada de nuestra conversación caníbal que vamos a tener como recientes conocidos. Mientras subíamos las escaleras del recinto, le hago una pregunta a mi inconsciente:

-          - ¿Qué pasará? ¿No tendrá temor de mí?

A lo que ella telepáticamente sonríe y deja ver que su mayor temor es no dejarme desnudo y cabalgando en el catre encima de mi pelvis masculina y manos acentuadas en mi torso que apenas está comenzando la vida pueril y enérgica de una euforia sexual que inicia como la alborada en el horizonte.

¡Bendita vida, déjame despedirme de ti en brazos de una fémina que se sacia de mis espíritus y no al ignoto de un infarto que quizás no se asome a esta temprana edad!

La noche apenas comienza y a lo mucho que se percibe es que volveré a perder mi segunda inocencia a manos de alguien que hace tiempo vive dos pisos arriba contando lágrimas de amoríos y escribiendo nuevos encuentros a antología existencial. 

Colofón: busco que se iluminen mis recuerdos para seguir con este relato que dejó de ser confidencial entre el cielo y la tierra.

A Dos Décadas de Ella: (I Parte)

Faux pas

René  Magritte. Obra: Les Amants II
Curioso que ese mar de bits llamado internet donde se navega constantemente en un mundo tan hiperconectado, me encontrara a esa mujer andina de 8 lustros.  Nunca pensé que un simple saludo cortés de esos tan habituales como el café por las mañanas y el silencio de la noche, fuese el inicio de una historia más dulce que la miel.

Y precisamente había una abismal diferencia de calendarios entre los dos. Ella cargaba una antología de actos; con líneas de expresión en la frente que no se veían fácilmente con la luz del día; minúsculas canas que se perdían en la selva de su frondoso cabello castaño; y unos labios levemente arrugados pero carnosos a pesar de los años como si hubiesen podido renacer de las cenizas. Era como un ave fénix que vino a la ciudad así como las gaviotas buscan volar hacia a la costa para dar una señal de esperanza a los mortales.

¿Madame Bovary o Pilar Ternera? Ovulan odiosas comparaciones en mi cabeza. Sus ojos más claros que el agua y la sinfonía de sus caderas con imanes anatómicos, no me lo permiten. Es mejor vivirla que diagramarla a semejanza de otras féminas. Para mí, era lúcida ante las jóvenes y cuerda entre los locos. 

Yo, un joven recién egresado de la academia, imaginaba todo menos tropezarme con una mujer de mil batallas. Ni siquiera mi pesimismo y cuadrícula forma de relacionarme con los demás, habría calculado tener contacto con una damisela que podía ser mi progenitora.
Pasaron los días y la cortesía de perfectos desconocidos, ya se empezaba a ver desde el retrovisor. Charlas donde se desnudaba todo menos nuestros cuerpos siguieron su cauce.

De repente, se creció el río del deseo y el querer vernos nos robó la tranquilidad de lo cotidiano. Un vuelco completo a nuestra rutina enfermiza y algo compleja.

Le pregunté de todo un poco sobre su pasado. Toqué sus puntos débiles en el recuerdo y rocé sus días de gloria. Desde su primer amor hasta el doloroso adiós que le dijo a las personas que les entregó su otra mitad sin tener nada a cambio.

Secarse la ropa en el tendedero demoró más que la cita, momento que le daría un giro a nuestros diálogos digitales. La intriga se regaría como agua en el jardín de curiosidad que sembramos con el pasar de los días.

El tiempo matutino, el medio día y la jornada vespertina no volverían a ser iguales para mí. Ahora mi insomnio y frotaciones genitales para liberar cargas hormonales tenían otro ingrediente:


Ella.

Un corto colofón: esta historia deberá continuar...

Tengo algo corto que contar



Entre ella y yo: un muro de tiempo y una ventana abierta de cuentos

Minúsculos recuerdos llegan a mi mente a la hora de recordar el primer contacto con mi madre. La obviedad más grande podría ser el período de la lactancia y los primeros años de infancia donde somos un tablero en blanco para que la tiza de la vida nos marque según el azar de nuestro destino. Sin embargo, en las siguientes líneas me atreveré a rememorar a la persona que me aguardó durante nueve meses y me trajo al mundo una mañana dominical de los primeros días de octubre.

Quizás tenía 6 o 7 años; época donde el olor de las crayolas, el leve ardor de las rodillas raspadas, comer con agrio gusto el mango biche con sal, las series infantiles  de televisión y marcar estéticamente los cuadernos con márgenes; hacían parte de mi antología como infante. Veía con frecuencia a todo el núcleo familiar menos a ella. Me despertaba sin desearle buenos días a su silueta maternal y me acostaba sin que sus besos pudieran despedirse en mi frente. Muy pequeño para llorar caprichosamente pero sí con el corazón arrugado por no ser acompañado camino a la escuela ni ser recibido por ella tras volver de un encierro de cuatro paredes que era la jornada escolar.

A pesar de todo, añoraba que llegarán los fines de semana por una sencilla razón: ella. Y mi afán se despegaba desde la tarde del viernes. Ese día, mi madre salía temprano y nos podíamos ver para jugar a todo menos a alejarnos del lazo mamá e hijo. Los sábados, la historia de añoranza maternal seguía su cauce. Recuerdo que me cocinaba para el almuerzo la sopa que antes detestaba por su exceso de verduras y hoy degusto armoniosamente en mi paladar. 

Todo lo anterior, se complementaba en la noche con la lectura de libros que me traía de su lugar de trabajo donde pasaba más de 8 horas y era como su familia paralela o mejor dicho, su segundo hogar. Pese a esto, los celos no me contaminaban. Todo lo contrario, comenzaría el idilio entre ella y yo, que se mantiene vigente hasta el sol de hoy.

Curiosamente esos libros fueron los hermosos que mi vista han podido ver, mis oídos deleitarse escuchando el pasar de páginas y mi olfato degustar el olor de sus hojas. ¡Quién lo diría! Los cuentos del poeta y escritor danés Hans Cristian Andersen fueron nuestra ruta para encontrarnos en el tiempo libre y endurecer como a una piedra, el lazo umbilical.

Mi mamá era feliz leyéndome desde el Patito Feo hasta mi cuento favorito: El Soldadito de Plomo. Su pasión por inculcarme el amor por las letras y hacer de mi imaginación un caldo de cultivo, darían sus frutos a largo plazo. Hoy, soy alguien que imagina todo menos la realidad. Entre locuras graciosas y humor agrio desde una gris personalidad, se acentúa mi forma de ver al mundo y se lo debo a ella. Mi querida progenitora.

Cuando llegaba el lunes, la rutina volvía a nuestro hogar y con ella, la soledad del infante. El día me despojaba a mi mamá y la noche me la rescataba cuando yo no la podía ver por culpa de Morfeo. Ironías temporales, se podría decir.

Quizás es lo más bello que me sucedió en la infancia. Quizás fueron los fines de semana donde teníamos todo a pesar de nada. Quizás, mi mamá es el sueño eterno que quisiera tener siempre y donde jamás quiero despertar.  

Dicen que no hay nostalgia que añorar lo que nunca jamás sucedió. Yo, añoro volver a esas épocas donde la vida me empezó a revelar el camino para conocer a mi primera heroína que hoy está canosa,  con algunas arrugas que marcan su bello paso por la vida, pero con una vitalidad envidiable para seguir disfrutando de la miel que posee la juventud a pesar de los calendarios tachados.


Colofón: la anterior narración fue patrocinada por el amor a mi madre. 

¿Y si Spinetta hubiese jugado fútbol?




“El fútbol tiene música” citó en algún momento uno de los mejores músicos que ha nacido en Latinoamérica. Hoy, lo recordamos a través de una metáfora de sus letras y pasión por River Plate.
Ludmila, se hizo hincha de River Plate gracias a ti. Una joven hincha de la banda roja que vio en tus ojos de papel y su ropa violeta, la pasión que no saltaba en las gradas del Monumental de Nuñez, con esa inspiración para componer poesías. En tu modestia, le habrías aconsejado a ella, no seas fanática. Quién sabe si, era una diosa salvaje. Spinetta con esa prosa en sus letras, habría sido mediapunta. Sus pinceladas con el balón y gambetas, sembrarían un idilio con la hinchada gallina, que no podría seguir viviendo sin tu amor por un amor en común: el equipo millonario. La red contraria, solo sería el alfil, ella no cambia nada.



Habría tenido una visión para prever esas peripecias que sufre un juego durante los 90 minutos. Un viento celeste cada domingo, al saltar al césped de ese mítico estadio que tanto caminaste por fuera cuando fuiste niño. Quizás Ramón Díaz o Gallardo ahora, te habría preguntado que ves el cielo cuando una jugada no te salía contundente o el drible quedaba a medias desperdiciando un contraataque. A veces díscolo, a veces noble con tus compañeros, pero con ninguno habría marcado distancia. Ni siquiera si hubiese compartido vestuario con un polémico y excéntrico jugador llamado Charly García. Pues entre ambos, se suscitaron “rezo por vos”.  

Y tus goles, cada inflada a la red, cada lamento del rival, lo sentenciabas como ese logro que no acabará contra todos los males de este mundo. Una sola cosa, al medio tiempo los comentaristas habrían dado un resumen porteño, sobre el balance del juego durante los primeros 45 minutos, habrían dicho que tus patas de rana no te permitieron anotar la única opción de gol que hubo en el partido. En el segundo tiempo, te habrías preguntado si ese penal que erraste ¿será que la pelota en vez de la canción, llegó hasta el sol? Ante una falta cometida y una amarilla vista por el  árbitro y el repudio de la hinchada gallina ante esa injusticia frecuente en el terreno de juego, te habría hecho querer ver un tren para comprarle tiquete y prevenirlo de un ataque iracundo millonario, así encontrabas el mapa de tu amor en el Bajo Belgrano un 2 de enero.



Estoy seguro que si Spinetta hubiese jugado fútbol, con Enzo Francescoli y Beto Alonso habría hecho un tridente mortal. El 86 y 96, te habría tenido como testigo de tu recital con la guitarra y letras que junto a otras glorias bajan para recibir la Copa Libertadores, derrotando en el averno a los Diablos Rojos de Colombia. Y dar esa otra final, que se recitó en el 2008 en conmemoración de los que no debieron caer y salieron de sus casas marcadas durante la dictadura militar. Así, como el Capitán Beto.



Tu filosofía de juego, sería aquella que escribiste en todas las hojas son del viento, ya que ella las lleva hasta la muerte. Así como Luque, en el Mundial del 78, jugó con el dolor de un fallecido hermano. Ni siquiera ver el descenso de tu equipo amado en Junio de 2011, le quitaría el dale gracias pues al ver verás que un niño nace, un nuevo River Plate nace.


Si Spinetta hubiese jugado fútbol, la Selección de Argentina en el 78 y 86, habría tenido a Kempes y Maradona relegados a un segundo plano, pues el “Flaco” con sus gambetas habría comido a la ‘Naranja Mecánica’ y vengarse de los ingleses por la guerra de Malvinas. Un hincha y seguramente jugador de River Plate, como "El Flaco” Spinetta si no hubiese sido músico, sería uno de los mejores jugadores de fútbol que habría nacido en la hermana patria de Argentina. 

Spinetta es el ídolo de multitudes latinas e hincha ilustre de River Plate, que bajó al infierno y ahora volvió a la gloria. Una declaración en rueda de prensa luego del partido que jamás jugó, remataría con esta frase para despedir:

El buen fútbol, el fútbol bien jugado, es un regocijo y representa una manera de expresarse, la armonía del cuerpo, la manera de encarar el espacio”.