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Documentales sobre las madres para ver una y otra vez


documentales sobre el día de las madres

En el mundo del cine documental, las historias sobre las madres y su papel en la sociedad han sido una fuente inagotable de inspiración y reflexión. Desde narrativas íntimas hasta exploraciones sociopolíticas, los documentales sobre el día de la madre ofrecen una mirada profunda y conmovedora sobre uno de los roles más fundamentales en nuestras vidas. 

En este blog, exploraremos cinco documentales que destacan la diversidad de experiencias y desafíos que enfrentan las madres en diferentes partes del mundo.

Lista de documentales sobre el rol de las madres

1. Madres de Plaza de Mayo - Dirigido por Susana Blaustein Muñoz y Lourdes Portillo

Año: 1985

Este poderoso documental narra la lucha de las Madres de Plaza de Mayo, un grupo de mujeres argentinas que protestaron contra la desaparición de sus hijos durante la dictadura militar en Argentina. A pesar de enfrentar la censura y la represión del gobierno, estas valientes mujeres se convirtieron en un símbolo de resistencia y lucha por la justicia. 

El documental fue censurado en Argentina durante la dictadura, pero posteriormente se convirtió en un testimonio crucial de la historia del país.


2. Motherland - Dirigido por Ramona S. Diaz

Año: 2017

Este fascinante documental nos lleva al corazón de una de las maternidades más concurridas del mundo, ubicada en Manila, Filipinas. A través de la mirada de varias mujeres que dan a luz en este hospital abrumadoramente concurrido, el filme ofrece una visión conmovedora y a veces humorística de la maternidad en un contexto cultural y socioeconómico único. Motherland fue elogiado por su capacidad para capturar la complejidad y la universalidad de la experiencia materna.


3. Maternity Blues - Dirigido por Fabrizio Lazzaretti y Alberto Vendemmiati

Año: 2008

Este documental se sumerge en la experiencia de la maternidad en Israel, explorando las tensiones entre las expectativas culturales y la realidad cotidiana de las mujeres que se convierten en madres. Desde los desafíos emocionales hasta las presiones sociales, Maternity Blues ofrece una mirada íntima y honesta a un momento crucial en la vida de muchas mujeres. 

El documental generó debate y reflexión sobre temas de género y parentalidad en la sociedad israelí.

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4. The Armor of Light  - Dirigido por Abigail E. Disney

Año: 2015

En este documental provocativo, seguimos la historia de una madre conservadora y un pastor evangélico mientras se embarcan en un viaje emocional para abordar la violencia armada en Estados Unidos. A través del lente de la maternidad y la fe religiosa, el filme plantea preguntas profundas sobre la responsabilidad moral y el activismo en una sociedad dividida. 

Si bien no fue censurado, The Armor of Light generó controversia por su tratamiento de temas políticos y religiosos sensibles.


5. "Babies" - Dirigido por Thomas Balmès

Año: 2010

Este documental ofrece una exploración encantadora y visualmente impresionante de la primera infancia, siguiendo a cuatro bebés de diferentes partes del mundo durante su primer año de vida. A través de imágenes hermosas y sin diálogo, el filme celebra la diversidad cultural y la experiencia universal de la maternidad. 

Babies fue aclamado por su enfoque innovador y conmovedor de un tema tan fundamental como la crianza de los hijos.

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Los documentales sobre las madres nos ofrecen una ventana única hacia la complejidad y la belleza de la experiencia maternal en todas sus formas. 

Desde historias de lucha y resistencia hasta exploraciones íntimas de la vida cotidiana, estos filmes nos invitan a reflexionar sobre el papel fundamental que juegan las madres en nuestras vidas y en la sociedad en general. 

En este día de la madre y en cualquier momento del año, estos documentales nos recuerdan el poder del amor, la resiliencia y la conexión humana que define la experiencia de ser madre.

Tengo algo corto que contar



Entre ella y yo: un muro de tiempo y una ventana abierta de cuentos

Minúsculos recuerdos llegan a mi mente a la hora de recordar el primer contacto con mi madre. La obviedad más grande podría ser el período de la lactancia y los primeros años de infancia donde somos un tablero en blanco para que la tiza de la vida nos marque según el azar de nuestro destino. Sin embargo, en las siguientes líneas me atreveré a rememorar a la persona que me aguardó durante nueve meses y me trajo al mundo una mañana dominical de los primeros días de octubre.

Quizás tenía 6 o 7 años; época donde el olor de las crayolas, el leve ardor de las rodillas raspadas, comer con agrio gusto el mango biche con sal, las series infantiles  de televisión y marcar estéticamente los cuadernos con márgenes; hacían parte de mi antología como infante. Veía con frecuencia a todo el núcleo familiar menos a ella. Me despertaba sin desearle buenos días a su silueta maternal y me acostaba sin que sus besos pudieran despedirse en mi frente. Muy pequeño para llorar caprichosamente pero sí con el corazón arrugado por no ser acompañado camino a la escuela ni ser recibido por ella tras volver de un encierro de cuatro paredes que era la jornada escolar.

A pesar de todo, añoraba que llegarán los fines de semana por una sencilla razón: ella. Y mi afán se despegaba desde la tarde del viernes. Ese día, mi madre salía temprano y nos podíamos ver para jugar a todo menos a alejarnos del lazo mamá e hijo. Los sábados, la historia de añoranza maternal seguía su cauce. Recuerdo que me cocinaba para el almuerzo la sopa que antes detestaba por su exceso de verduras y hoy degusto armoniosamente en mi paladar. 

Todo lo anterior, se complementaba en la noche con la lectura de libros que me traía de su lugar de trabajo donde pasaba más de 8 horas y era como su familia paralela o mejor dicho, su segundo hogar. Pese a esto, los celos no me contaminaban. Todo lo contrario, comenzaría el idilio entre ella y yo, que se mantiene vigente hasta el sol de hoy.

Curiosamente esos libros fueron los hermosos que mi vista han podido ver, mis oídos deleitarse escuchando el pasar de páginas y mi olfato degustar el olor de sus hojas. ¡Quién lo diría! Los cuentos del poeta y escritor danés Hans Cristian Andersen fueron nuestra ruta para encontrarnos en el tiempo libre y endurecer como a una piedra, el lazo umbilical.

Mi mamá era feliz leyéndome desde el Patito Feo hasta mi cuento favorito: El Soldadito de Plomo. Su pasión por inculcarme el amor por las letras y hacer de mi imaginación un caldo de cultivo, darían sus frutos a largo plazo. Hoy, soy alguien que imagina todo menos la realidad. Entre locuras graciosas y humor agrio desde una gris personalidad, se acentúa mi forma de ver al mundo y se lo debo a ella. Mi querida progenitora.

Cuando llegaba el lunes, la rutina volvía a nuestro hogar y con ella, la soledad del infante. El día me despojaba a mi mamá y la noche me la rescataba cuando yo no la podía ver por culpa de Morfeo. Ironías temporales, se podría decir.

Quizás es lo más bello que me sucedió en la infancia. Quizás fueron los fines de semana donde teníamos todo a pesar de nada. Quizás, mi mamá es el sueño eterno que quisiera tener siempre y donde jamás quiero despertar.  

Dicen que no hay nostalgia que añorar lo que nunca jamás sucedió. Yo, añoro volver a esas épocas donde la vida me empezó a revelar el camino para conocer a mi primera heroína que hoy está canosa,  con algunas arrugas que marcan su bello paso por la vida, pero con una vitalidad envidiable para seguir disfrutando de la miel que posee la juventud a pesar de los calendarios tachados.


Colofón: la anterior narración fue patrocinada por el amor a mi madre.