Diomedes Díaz,
reconocido como "El Cacique de la Junta" y uno de los máximos
exponentes de la música vallenata en Colombia, fue un artista que trascendió
fronteras y dejó un legado imborrable en la historia musical del país.
Sin embargo,
detrás de su éxito y su fama, se encuentra un relato inusual y controversial
que involucra a una guerrillera, un encuentro que cambiaría la vida del
cantante y marcaría un capítulo inesperado en su trayectoria.
El romance con
esta guerrillera dejó una marca indeleble en la vida de Diomedes Díaz y se
convirtió en una historia singular que añade un fascinante capítulo a la
leyenda de este icónico artista vallenato.
Diomedes Díaz y sus líos con la justicia
A finales de
los años 90 e inicios de los 2000, Diomedes Díaz se vio envuelto en una serie
de problemas legales que finalmente lo llevaron a la cárcel debido al asesinato
de Doris Adriana Niño perpetrado en Bogotá.
Según reseña La
FM, “aunque Diomedes siempre se declaró inocente del homicidio, sus
versiones fueron confusas para las autoridades, por lo que igual fue procesado
por la Justicia. Sin embargo, el guajiro solo pagó tres años privado
de su libertad, ya que sustentó que padecía del trastorno Guillain-Barré,
una enfermedad que ocasiona debilidad muscular y parálisis progresiva.”
Duró meses prófugo
hasta que se entregó ante la justicia y fue recluido en una cárcel de
Valledupar.
Durante su
estadía en el centro reclusorio, el "Cacique de La Junta" vivió una singular
historia amorosa que poco se conoce y se hace necesaria contar.
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Mireya: la subversiva que enamoró a Diomedes Díaz
José Zequeda
Mestre, el último manager que tuvo el cantante vallenato, relata en su libro Las
Últimas Horas de Diomedes Díaz que éste vio por primera vez a una mujer
blanca pelinegra que bailaba sola en la fiesta del Día de la Virgen de las
Mercedes que se celebraba una noche en la cárcel. Díaz, quien se encontraba
solo en su celda, se ánimo a salir del encierro y seguir contemplando a esa
mujer bajo la luz de la Luna.
Al día
siguiente, mientras trotaba en una cancha de fútbol, nuevamente vio a la mujer
que la noche anterior le había sembrado la semilla de la curiosidad. Rápidamente
se enteró que la fémina venía de ser trasladada de una cárcel de Bucaramanga y pagaba
una condena de seis años por el delito de rebelión, debido a que pertenecía una
estructura guerrillera ligada a secuestros y extorsión a ganaderos en el Cesar.
Además, era la compañera permanente de un jefe guerrillero. El nombre de la mujer
era: Mireya.
Según Zequeda, Mireya
era una subversiva con acento santandereano, apariencia angelical gracias a su cutis
puro, sus mejillas rosadas y unos ojos negros como mil tizas de carbón.
Ante semejante
afrodita, un embriagado mujeriego como Diomedes Díaz no se quedaría con las
ganas de cortejar a la dama que había ganado su atención.
La conquista de Diomedes Díaz a una guerrillera
El cantante
vallenato desplegó una estrategia propia de 'gallo jugao’. Invitó a Mireya a reuniones
de amigos donde el té frío y abundante hielo picado amenizaban la charla. Descubrió
que la fémina no sólo tenía beldad, sino una pureza intelectual acentuada en su
ideología política.
Díaz no
desaprovechaba la oportunidad de lanzar piropos y aplicar tácticas de seducción
que sutilmente la insurgente sabía escabullir.
Después de
semanas de cortejos y rechazos, Mireya le cantó la tabla al "Cacique de La
Junta". Sabía que recibía visitas continuas de mujeres y que ella no sería una
más de la lista, porque necesitaba reorientar su vida para salir de la cárcel y
estudiar Derecho. Sin embargo, esta no fue razón para que Diomedes Díaz
desistiera en su conquista. El cantante le encargó a su manager José Zequeda,
ir a una joyería y conseguir un anillo que sería elemento para la ‘contra
ofensiva’.
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El regalo de la discordia
El anillo de
zafiro azul profundo engarzado en oro blanco y acentuado con dos diamantes de
talla redonda era la táctica con la que Diomedes Díaz creería que conquistaría
de una vez por todas a Mireya. Sin embargo, todo salió mal.
Según el libro,
a la guerrillera le fastidió la extravagancia del regalo y cuestionó el por qué
tanto lujo.
No obstante, no
sería el último regalo que le haría "El Cacique de La Junta" a Mireya. Este fue
más atrevido: tres baby-dolls con distintos colores. Uno blanco, otro rojo y el
tercero, negro. Y esto, también fue una pésima idea. Mireya recibió esto como
una transacción por su cuerpo y no volvió a dirigirle la palabra a Díaz.
Un giro inesperado
Pasaron los
días y Mireya seguía sin saludar a Diomedes Díaz. Ella salía a trotar a la
cancha de forma silenciosa y con la mirada baja. El autor de Cuna Pobre la
miraba desde lejos aceptando el rechazo definitivo.
Lo que nadie
esperaba era que un día, Mireya se le plantó al frente a Díaz y lo persuadió a
que sobornara a los guardias para autorizar su visita al cuarto privado. Sólo
le aclaró: “será sólo una noche”, como reseña Zequeda Mestre (2015).
Diomedes Díaz,
pese al nerviosismo ante el giro inesperado, mandó a encargar vinos y velas
aromatizadas. Mireya cumplió, se le apareció con el baby-doll color blanco y
fundió su esbelto cuerpo en los brazos del afamado cantante. Fue una sola noche
que sería un sorbo de felicidad ante la dura realidad que afrontaba el polémico
artista.
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La libertad, la sanción social y la muerte de Diomedes Díaz
El 13 de
noviembre de 2004, Diomedes Díaz tuvo la oportunidad de abandonar la Cárcel
Judicial de Valledupar y pagar el resto de su condena en libertad condicional.
La condena por
el homicidio de Doris Adriana Niño tuvo un impacto profundo en la vida de
Diomedes Díaz. Además de la pena de prisión, el cantante enfrentó el repudio y
la indignación del público y la prensa, quienes cuestionaron su conducta y
moralidad. Aunque algunos seguidores le brindaron apoyo incondicional, la
mayoría se distanció de su música y su figura.
Este trágico
suceso dejó una mancha imborrable en la carrera de Diomedes, quien, a pesar de
su posterior liberación, cargó con el estigma y las consecuencias legales y
emocionales de aquel fatídico acontecimiento.
El considerado más
grande cantautor de la música vallenata, Diomedes Díaz, murió el 22 de
diciembre del año 2013. Sus canciones e historias reseñadas por la prensa,
amigos y fanáticos siguen aportando a la cultura popular de Colombia.
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