
Fue aquella tarde dulce de enero una de las más ardientes y pasionales para
mí, porque esa vez logré lo que hace mucho deseaba: divisar en el horizonte tu
cuerpo de Afrodita caribeña y respirar tu precioso perfume de fémina.
Tú no lo sabes, más yo lo he soñado. Entre mis sueños carmín y prolongados
suspiros; aquella tarde se tiñó de oro en ese espacio que vivimos...