Guaguancó triste: un canto a la esperanza

¿Cómo surgió tan melancólica letra? ¿Quiénes estuvieron en los arreglos musicales? ¿cómo se gestionó su grabación a principios de los años 70?

Audioslave en Cuba: la historia

Este concierto sucedió 24 años después de la presentación del grupo estadounidense de ska y reggae Fabulous Titans en 1981

Ely Besalel: el genio de las carátulas

El diseñador barranquillero se destacó como uno de los grandes referentes en un cerrado círculo como el diseño de carátulas

El origen del mototaxismo en Barranquilla

Ante una constante economía informal y paralela en Colombia, el mototaxismo surgió como un medio ilegal pero legítimo para solventar la carencia de transporte

Sor Magaly: la monja rojiblanca

Un breve repaso sobre cómo surgió su pasión por la escuadra rojiblanca que despierta odios desbocados y amores desdichados

Mostrando entradas con la etiqueta sexo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta sexo. Mostrar todas las entradas

El sueño de abril



Fue aquella tarde dulce de enero una de las más ardientes y pasionales para mí, porque esa vez logré lo que hace mucho deseaba: divisar en el horizonte tu cuerpo de Afrodita caribeña y respirar tu precioso perfume de fémina.

Tú no lo sabes, más yo lo he soñado. Entre mis sueños carmín y prolongados suspiros; aquella tarde se tiñó de oro en ese espacio que vivimos juntos. Mi alma emprendió vuelo a regiones de lo infinito en aquel pasado meridiano.

Encendidos por el motor del deseo y frenados por esas cancelaciones continuas de citas que suelen suceder cuando no se tiene a la suerte como aliada; esperamos en la apertura del año encontrarnos en aquel centro comercial ubicado al norte de la ciudad.

Tomé un bus con ruta hacia al lugar de la cita. Usé mis audífonos y tarareaba mi canción preferida; naufragué mi mirada en la ventanilla para ver si sorpresivamente hallaba tu sonrisa entre los transeúntes de una concurrida avenida de la ciudad.



Luego, caminé unas cuadras. El astro rey adornaba aquel cielo con nubes que parecían grandes algodones colgantes. Las brisas suaves como el canto del poeta que en un suspiro involuntario da, decían tu nombre y me llevaban recados de lo posiblemente nerviosa que podías sentirte por la timidez que te invadía.

Llegué y entre tanta gente que caminaba con o sin rumbo alguno, a las afuera del café: te ví, te ví y te ví. Tuve la misma sensación de aquel abril cuando te conocí mientras navegaba en un universo de bits y desde entonces se volvió un sueño poder contemplarte en mi retina.



Mi estómago se encogió y no le dio paso a las mariposas inoportunas. Quedé tan frío como un glacial. Mis manos temblaban como si fuesen el epicentro de un leve terremoto. Y mi mirada se hidrató con la vistosa miel de tus labios.

Nos fundimos en un abrazo tan cálido como cien tizones de carbón; fijamos nuestros ojos con la complicidad propia de dos jóvenes que viven en discordia y armonía con sus sueños, deseos, frustraciones, silencios y sombras.

Por tácito acuerdo, decidimos no entrar al café donde nos habíamos citado. La calurosa bienvenida que nos dimos agitó nuestras ganas y al caminar unos metros, te robé un beso que dio la bienvenida a la intimidad y un portazo al miedo.


Decidimos irnos del lugar y tomar un taxi que nos llevara con rumbo a aquel refugio de arquitectura republicana, paredes amarillas y garaje secreto, ubicado en el centro de la ciudad; reservado para esos amantes que le gambetean a la rutina y se sumergen en la sensualidad de Eros y Venus.

El trayecto se hizo tan largo como un día lleno de ansiedad. Aunque en el taxi, nos comíamos los labios como si fuesen manzanas acarameladas.

Llegamos al destino y el silencio era la dictadura perfecta del lugar. Cualquier ruido podía ser un acto de insurrección contra aquella tiranía.  

Dentro de la habitación, desnudamos los corazones. Al suelo cayeron el temor a lo desconocido, las frustradas invitaciones, la intriga mutua y por último, los calzones.

Beso a beso, me di cuenta cuán suave es el suspiro de tus labios entreabiertos. Tus mejillas se pusieron coloradas y cada vez que gemías, me recordaban el color que tiene el alba cuando en el mar se refleja.

El coito desenfrenado, tus rasguños felinos en mi pecho, la humedad de mi lengua lamiendo tus pezones cafés y tus jineteadas endemoniadas encima de mí, me hicieron sentir que me encontraba el paraíso porque entre tus piernas halle el túnel hacia el Edén.

Mi mente, en recuerdo del infinito eterno de las cosas, guardó como un ensueño la brillante luz de tus miradas profundas durante la felación.

Flor de loto como pose prolongada, agarres salvajes a nuestras cabelleras y mordidas de Drácula en el cuello, fueron las huellas que dejó aquel morboso encuentro íntimo con mi gestado sueño de abril: tú.

Orgasmos, gemidos y las caricias post coital, fueron las simbiosis perfecta para darle fin al agitado choque de dos cuerpos que ardieron bajo las brasas de la pasión.

Conversación larga y tendida en la cama. Reflexiones sobre la vida en medio de la desnudez mientras miramos hacia el techo. Últimos actos pasionales en la ducha. Y a vestirnos. Más besos y caricias antes de abandonar el aposento transitorio, como si estuviésemos comiendo las últimas cucharadas de un helado de brownie con fresa.


Nos despedimos con una satisfacción que se dibujó en tu sonrisa y se esculpió en un fuerte abrazo. Beso en la mejilla y caricias en las manos. Te dejé en aquella estación del tren y desde ese día, no he vuelto hallar tus ojos almendrados entre el millón de personas que viven y tienen una historia que contar en esta gran ciudad.


Entre las sombras de la vida mía se levanta luz de un nuevo día que se forja en el recuerdo que tengo de tu mirada con esos negros y el aliento de tu carnosa boca.

 Asómate a mi alma en momentos de calma y tu imagen verás sueño divino; como si nadaras libre en un lago cristalino.

Aunque el silencio que guardó largos ratos pueda dibujarte una indiferencia; lo cierto es que siempre está pintando fantasías contigo en los más sublimes óleos.

Podrá nublarse el sol eternamente; podrá secarse el mar; podrá romperse el eje de la tierra como un delicado cristal; pero jamás podrá borrarse lo que contigo viví.

… Y que deseo repetir.  

Cortos memorandos

Cuando la ciudad duerme (1993) 
Claudio de Lorena



Teme a la luz quién brilla en la oscuridad y ejerce poder sobre los cuerpos desde lo clandestino. Teme a la luz, quién no hace apología a sus sueños y se exilia en el fracaso. Teme a la luz quién se aproxima a lo que odia y aleja cobardemente a lo que ama. 


  Y un 18 de abril... (2013) 
Enamorados. Ismael Nery



 Ahora, si bien lo nuestro fue una milésima en el tiempo, lo cierto es que fueron las milésimas que pasaron a ser horas y días enteros, haciendo un lustro cada beso, y un siglo lo fuese cada encuentro furtivo, de esos que son anónimos sin héroes ni heroínas.


Diálogos (2009) 


 A nosotros, no nos abrazó la muerte, sólo estrechamos la mano con la soledad y bautizamos a la misma, con las aguas impuras de la lujuria. 


  Versión Libre (2015) 
Mike Davis



 Antes que la taza de café se enfrié, mi firme deseo, es que tu mirada revele lo que tu sueño dibuja y el beso duré mientras pueda. Porque he deseado tocar tu mejilla sin palpar, vivir en paralelos no existentes, para nadar en un lago del cielo donde nuestros cuerpos están cubiertos bajo una manta astral y teniendo un orgasmo no adulterado. 

 Si en vez de tener este embeleco de amorío, mejor usted y yo nos vamos a ver las luces de la ciudad a una ladera de la misma y de pasó, te beso con mis labios con sabor a vino y manos impolutas, para que me recuerdes a ese poema que no leí y esa canción que nunca canté. 

 Aunque Monserrat vería la luz, las sombras de los cuerpos que la engendrarían como esencia humana, no siguieron suscitando diálogos y se dijeron adiós tácitamente, como si un muro de espinas se plantará silenciosamente en el medio de ambas. 

Grosso modo, tardarán varios siglos dentro de un milenio para citar sus rostros en la casualidad del universo. Ellos dos al verse, parecían dos versos unísonos y la pasión menguaba de pies a cabeza. Luego, al irse cada quién por su lado, la primavera se volvió invierno y el reloj se detuvo; volviendo a las fotografías y antologías de besos, en un periódico de ayer. 

 No viví el presente, porque anduve en un sueño donde la ficción, era lo real. Y cuando hablo de lo real, me refiero a usted, con su silueta de Kahlo, sexappeal de Monroe y templanza de Penélope. 

Tocado por este suceso, evadí el eclipse que se aproximaba para no cegar mi mirada y me estacioné en la Luna, para seguir soñando que dormía en el regazo de esa ficción que para mí, es usted. Sí, a usted, la invito a que vivamos un sueño, extendamos el gozo de la vida, dejemos caer el sol para seguir soñando y montarnos en la Luna para vivir despiertos. 

Sí, a usted, a esa misma que ciegamente escucho y sordamente veo, en las sombras que se heredan con la soledad y se ven con la penumbra, al pasar el tiempo. 

Sí, a usted... antes que acabe la madrugada, quiero que ates mi cabos sueltos y exorcices cada demonio que deambula sobre nuestras sombras ermitañas, amantes a la bohemia y a las luces de la ciudad. Porque cuando la aurora llegue, solo habrá una antología de caricias que serán piezas de museo postradas en nuestra piel juvenil. 


Diatriba del joven a los amores eternos (2012)

René Magritte
...Aquella noche de enero, solo la Luna fue testigo de lo que ningún diario publicó y ningún criminal confesó. Los últimos sudores y deseos carnales que suscitaron aquellos jóvenes amantes, fue el suceso desconocido. La chispa se disipaba con el transcurrir de la madrugada y el sexo solo fue carne. Aun así, a la mañana siguiente, el café y un beso en la parada del bus, fue la última palabra que escribieron en el guion tachado y con hojas maltratadas. 

Cuando tiempo atrás, lo escribieron en la elipsis de la inmadurez y rebeldía. De aquella escritura, le faltó aparecer a Monserrat. La niña soñada. 


Éxtasis (2000) 
René Magritte



 Y fueron sus cejas, la ruta que usaron mis manos como tranvía para la devoción de querer transitar desde sus lacios cabellos y hacer parada en la estación de aquellos labios de plata inolvidables, que me harían herrero empírico de ellos y viajero no tripulado de tu paisaje femenino. Porque yo, antes de hacer una vida, de escribir un nuevo capítulo sobre rayadas páginas, prefería mejor seguir tus pasos. 


Elementos (2015) 


Vi tu mirada anárquica perdida en el horizonte, escuché en el ruido de tu ojos al parpadear, una agria melodía que suena en el alma cuando recuerda lo que ya es ceniza y convierte en añoranza el momento vivido, así como en utopía lo que no se vivió. 

Tus labios cerrados tímidamente, las palabras cortas como la vida misma y una sonrisa ahogada en un mar de dudas, delataron tu ensombrecido espíritu que está siendo prófugo de sí mismo y vive un averno incesante sin salida pronta. Vi que eres miel, vi que eres sol, vi que eres luz, pero tus demonios del amor, han roto el pacto que junto a los ángeles alguna vez pactó. 


La Llegada (2014) 
Marc Chagall


 Vengo de ese lugar donde las estrellas no se funden con la oscuridad del cosmos, ni la luna se esconde al llegar el amanecer. Vengo de ese lugar que susurra a tus oídos palabras inequívocas y versos endemoniados, donde hacen sinfonía tus labios con el paladar de los míos. Vengo de ese lugar, donde los X no penetran y las diáfanas sonrisas no pierden su brillo... Vengo de ese sitio que tiene lugar ubicación específica pero irónicamente no tiene boleto para regresar.